Beatriz de las Heras, catedrática de Farmacología: «Hace falta mucha información»

Beatriz de las Heras, catedrática de Farmacología: «Hace falta mucha información»


Hablamos con ella a raíz del bulo sobre el Ibuprofeno, un conocido antiinflamatorio del que se publicó que daba positivo en el control de drogas. Beatriz de las Heras imparte la asignatura de Farmacología y Farmacoterapia a los alumnos de 4º de Farmacia en la UCM y desempeña una activa labor como investigadora.


De modo que el Ibuprofeno no se puede confundir con algunas drogas.

El Ibuprofeno es un fármaco de amplio uso que no tiene efectos adversos en la conducción ni, por supuesto, da falsos positivos en el análisis de drogas. Pero el Ibuprofeno, sobre todo cuando se abusa de él, puede ocasionar problemas cardiovasculares. En los posoperatorios es común prescribir tres dosis al día y se ha descubierto que, a partir de 1.200 mg hay problemas. De ahí que se intente sustituir la dosis de 600 mg por la de 400. 

¿Hay algún fármaco que sea bueno para la conducción?

No. Yo no tomaría ningún fármaco para ponerme al volante. La utilización de medicamentos debe estar justificada por una patología. Y ninguno es bueno para la conducción, aunque no todos son contraproducentes.  

Vayamos al otro extremo. ¿Qué fármacos son absolutamente incompatibles con el conducir? 

El problema lo tenemos ahora con los ansiolíticos o tranquilizantes, los hipnóticos o somníferos, que se utilizan para intentar conciliar el sueño, y los antidepresivos. Mucha gente toma fármacos para dormir y por la mañana se levanta y coge el coche sin darse cuenta de que el medicamento sigue obrando un efecto en su organismo. 
Las benzodiacepinas [que tienen un efecto ansiolítico e hipnótico] se consumen cada vez más. También son muy peligrosos los antihistamínicos. Se emplean contra los procesos gripales y las alergias (con los habituales cuadros de rinitis, sinusitis…), que requieren un tratamiento diario. 
Los de segunda generación no producen tanto sueño, pero aun así. Y no hablemos, si además se mezclan con bebidas alcohólicas. 

¿Alguna nueva familia de fármacos que se vislumbre potencialmente peligrosa?

No, ya que los medicamentos más estudiados y vigilados son los que afectan al sistema nervioso central. No obstante, complica las cosas el hecho de que los tratamientos pueden variar, y a veces las dosis fluctúan, lo cual incrementa la vulnerabilidad del paciente. Ocurre mucho con los antidepresivos, que requieren ajustes y desajustes hasta que se pauta la dosis adecuada. A lo mejor el paciente ha de tomar el fármaco durante 12 semanas, pero antes el médico ha de acertar con la dosis.
 

«La utilización de medicamentos debe estar justificada por una patología. Y ninguno es bueno para la conducción, aunque no todos son contraproducentes».


Y luego está el problema del consumo irresponsable.

Es verdad; ahí está el caso de los anestésicos: el Nolotil, la morfina, los opioides… El Tramadol se consume bastante en cuadros de dolor intenso, pero produce mucha somnolencia. 
A menudo, el médico no le recomienda al paciente que tenga cuidado con la conducción. Y lo primero que tendría que hacer el paciente es leerse el prospecto, pero rara vez lo hace.  

Usted afirmó, en una jornada sobre medicamentos y conducción, que organizó el año pasado la Fundación CNAE, que el 25% los conductores consumían algún fármaco por prescripción facultativa y que otros muchos se automedicaban. ¿Hay alguna estimación del alcance de esta práctica?

No, pero sabemos que mucha gente se automedica; basta con mirar a nuestro alrededor. Es muy frecuente en el caso de algunos fármacos, como los antihistamínicos, por ejemplo. A lo mejor se prescriben una vez, pero luego ante cada repetición del proceso alérgico el paciente acude directamente a la farmacia sin pasar por la consulta del médico. 





¿Habría que prohibir la adquisición de fármacos sin receta?


No sé la fuerza que tendrían las organizaciones que velan por la seguridad vial, pero de algún modo eso se está haciendo en algunos casos. Por ejemplo, el Ibuprofeno de 600 mg va a requerir receta. 

Hay mucha información sobre los efectos del alcohol y las drogas sobre la conducción, pero no tanto sobre el de los fármacos. 

Soy consciente de que todos los medicamentos tienen algún efecto adverso, pero son insustituibles para combatir las enfermedades. Las drogas están prohibidas, pero es verdad que también se abusa de los fármacos. Vuelvo a referirme a los opioides. Hubo que exigir la receta porque era excesivo el consumo de Tramadol. Pero no hace falta acudir a estos ejemplos. ¿O acaso no se conduce con patologías que lo contraindican? Hay personas con glaucoma, una patología que reduce mucho el campo de visión, que, sin embargo, conducen. 

¿Debería el médico prescribir la no conducción?

Un médico jamás le va a decir al paciente que no puede conducir. En todo caso, le puede aconsejar que no lo haga. Lo que sí podríamos hacer es dar mucha más información. El pictograma en el prospecto sólo lo llevan los fármacos cuyo efecto en la conducción es mayor, pero hay muchos otros que están contraindicados. 
 
En los anuncios de los fármacos se dice al final la coletilla: «consulte usted con su farmacéutico». Se podría añadir: «y no conduzca». 

Soy escéptica. No lo van a añadir nunca, por la sencilla razón de que el paciente no puede prescindir de esos tratamientos. Otra cosa es lo que éste haga con su vida. Insisto: hay gente que conduce con una visibilidad malísima. El médico te puede aconsejar que no conduzcas por la noche, pero no te puede obligar a dejar el coche. Lo mismo pasa con el farmacéutico. 
Habría que hacer una campaña sobre los medicamentos que inhiben o deprimen el sistema nervioso central. Yo creo que se debería informar a los alumnos de las autoescuelas, pues, aunque los jóvenes no tienen tantas enfermedades, sí pueden sufrir alguna alergia, contraer la gripe, etc. 
 

«A menudo, el médico no le recomienda al paciente que tenga cuidado con la conducción. Y lo primero que tendría que hacer el paciente es leerse el prospecto, pero rara vez lo hace».


De modo que su receta es más información.

Es que no se puede controlar todo. Piense usted en los epilépticos; hay gente que opina que no deberían conducir. Bueno, cuando tienen un ataque ha de pasar un año para que vuelvan a ponerse al volante, pero el epiléptico puede sufrir recaída en cualquier momento, sin previo aviso y aun en pleno tratamiento. ¿Qué haces? ¿Le quitas el carné? ¿Lo privas de su libertad, de su autonomía? 
Y hay otras enfermedades que plantean los mismos interrogantes: sin ir más lejos, los trastornos neurológicos (por ejemplo, el párkinson). O la diabetes. Una hipoglucemia puede dar lugar a un mareo o a un desvanecimiento. Imaginemos que el diabético va conduciendo una moto o cualquier otro vehículo.
 

«El médico te puede aconsejar que no conduzcas por la noche, pero no te puede obligar a dejar el coche. Lo mismo pasa con el farmacéutico».

«Habría que hacer una campaña sobre los medicamentos que inhiben o deprimen el sistema nervioso central. Yo creo que se debería informar a los alumnos de las autoescuelas, pues, aunque los jóvenes no tienen tantas enfermedades, si pueden sufrir alguna alergia, contraer la gripe, etc.»


¿Deberíamos extremar el cuidado en los reconocimientos para renovar el carné?

Es indudable. Somos una sociedad que envejece a ojos vista. ¿Qué pasa con las personas mayores, por lo común polimedicadas? Ya de por sí la vejez hace que disminuyan los reflejos, que empeore la vista... Y todos conocemos casos de personas muy mayores que nadie se explica cómo se las arreglan para superar año tras año el reconocimiento médico. 

¿Cómo puede ayudar la Universidad a la labor divulgativa que usted propone? 

Estamos trabajando en un proyecto educativo innovador, dentro de la Complutense, para dar visibilidad al tema de los fármacos que actúan sobre la conducción. Se trata de que nuestros alumnos intervengan en las redes sociales; además, vamos a elaborar unos trípticos informativos y los distribuiremos a través de las autoescuelas, los institutos, los colegios… Se trata de darle mucha difusión a la campaña, porque lo cierto es que ni siquiera explicamos este tema en clase. 
 

«Todos conocemos casos de personas muy mayores que nadie se explica cómo se las arreglan para superar un año tras otro el reconocimiento médico».