«El aula es el tesoro de la autoescuela»

«El aula es el tesoro de la autoescuela»


Entrevistamos a José Manuel López Marín, presidente de la Federación Gallega de Autoescuelas. 


Ha tenido una vida profesional muy variada. Empezó estudiando en la Academia General Militar y, por circunstancias de la vida, cambió de rumbo. Nunca mejor dicho: ferrolano de nacimiento, se hizo marino mercante y navegó para varias compañías: Transatlántica, Transmediterránea... Más tarde, dejó la mar por el mundo de la Formación Vial (otra vez las circunstancias de la vida), tarea que compatibilizó muchos años con sus clases en la Universidad, pues en su día había opositado con éxito a la Escuela Superior de Náutica y Máquinas. Lleva treinta y pico años al frente de la Asociación Provincial de Autoescuelas de A Coruña. También es el máximo responsable de la Federación Gallega y uno de los vicepresidentes de CNAE.


Un marino formando conductores. Admita que no es muy frecuente.
 
Mi padre había abierto la autoescuela hacia 1956; fue la primera que hubo en Ferrol. En vacaciones, me gustaba echarle una mano. Y me contagié de su entusiasmo. Mi padre, en aquel entonces, preparaba a sus alumnos para que superasen el examen, que constaba de unas pocas maniobras en una pista cerrada. Y luego, les enseñaba a conducir de verdad. Él sabía (y sus alumnos le daban la razón), que el permiso no garantizaba una capacidad real para integrarse en el tráfico, y eso que en aquella época éste no era muy importante: no había ni por asomo tantos coches como ahora. 
Sin embargo, y pese al sentido de la responsabilidad de mi padre, que tanta admiración me causaba, prevalecía un modelo de enseñanza basado en las destrezas y habilidades. Buen conductor era el que sabía manejar bien el volante, las marchas, etc. 
Cuando falleció mi padre, un socio que tenía y yo nos hicimos cargo de la autoescuela. Y me convertí en profesor de Formación Vial. 


¿El haber sido navegante le sirvió después para dar clases?

Sí, porque el barco te da mucha experiencia práctica; te enseña cómo funcionan las cosas; es una escuela de realidad. Al principio cometí el error de valorar más a los alumnos que memorizaban mejor las materias, pero después maduré como profesor y comencé a apreciar otras cosas.
 

Un buen profesor es no tanto el que sabe mucho como el que sabe transmitir sus conocimientos. 


Su concepto de la Educación Vial parte de la familia.

Es que el ejemplo de los padres es esencial. Si el niño ve que papá conduce drogado, es probable que más tarde lo imite. Pero hay una segunda etapa que es muy importante: el colegio, que en España descuidamos. Lo mejor sería una estrategia transversal, para que, el niño y el adolescente recibiesen fundamentos de seguridad vial en varias asignaturas. Ahora mismo, sólo los policías municipales y la Fundación CNAE hacen algo en los colegios. Es insuficiente. 
También hay proyectos interesantes. Por ejemplo, conozco a un agente municipal de Narón [Coruña] que sostiene que sería eficaz una alianza entre el policía local y el profesor de autoescuela, ambos con formación específica. Juntos podrían ejercer una tutoría en colegios e institutos, descargando a los docentes, que están desbordados, de una labor para la que carecen de preparación y tiempo. 



Se trata de que la gente llegue a la autoescuela con cierto bagaje. A este respecto las jornadas con bicicletas, que hacen sobre todo las policías municipales y la Fundación, están siendo muy útiles.


Claro porque la bicicleta es el primer vehículo del niño. Pero no deberíamos conformarnos con comprársela, que aprenda a montar en ella y que se ponga a circular como si tal cosa. Las calles están llenas de peligros. Por suerte, cada vez hay más padres conscientes de la complejidad del tráfico, y así mismo en el colegio también les inculcan a los más jóvenes actitudes y valores (el respeto a los demás, la prudencia…), lo cual siempre resulta útil. Pero insisto, habría que hacer un esfuerzo en las etapas educativas tempranas. 


Bien, ya estamos en la autoescuela.  

Aquí debería impartirse una enseñanza institucional con profesores bien formados en muchas materias, que tuviesen una gran capacidad pedagógica y que supiesen cómo comunicar los contenidos. 
El aula es el tesoro de la autoescuela. En el aula reside la fuerza del profesor; es el lugar donde éste y el alumno se encuentran de verdad y se abren el uno al otro. Tal diálogo favorece la empatía y la asertividad, y entonces surgen las dinámicas de grupo que permiten la consolidación de los conocimientos que luego se van a poner en práctica. 


Usted es un partidario ferviente de las clases teóricas presenciales.

Sí, hace falta un programa que conste de un mínimo de clases obligatorias, con una parte sobre normativa en la que el alumno comprenda el porqué de las normas y las consecuencias de incumplirlas. No es necesario que se aprenda de memoria tal o cual señal, sino que conozca su finalidad. 
Luego, están la percepción del riesgo y la toma de decisiones.
 

¿Por qué es mejor prevenir que curar? Porque prevenir es inversión; curar es gasto. Los siniestros viales son una pandemia muy costosa.


Pues bien, para prevenir lo más importante es el conocimiento. Tomemos un ejemplo: las drogas. Son un factor de riesgo, pero de poco sirve que detallemos su composición. Lo que nos interesa poner de relieve es su efecto sobre la conducción. Y lo mismo acontece con los medicamentos. 
Otro factor de riesgo: las distracciones. El uso del móvil a los mandos de un vehículo se ha convertido ya en una enfermedad. Pero el aspirante a conductor tiene que ver que el mensaje que pone en el whatsapp mientras conduce a 120 km/h equivale a recorrer con los ojos cerrados 33 metros cada segundo; luego es de suicidas dejar de prestar atención a la carretera durante el tiempo requerido para leer el más sencillo mensaje de texto y escribir una respuesta.


Y todo esto no se puede aprender a distancia.

Claro que no. A mí la denominada formación a distancia me parece que tiene sentido sólo como complemento, para comprobar el grado de progreso del alumno y poco más. En mi opinión, reviste mucho más interés, para concienciar a quienes reciben las lecciones, el uso de tecnologías de realidad virtual que simulan situaciones de riesgo. 
 

No le demos más vueltas: aprender a conducir es una tarea que requiere un contacto estrecho entre el alumno y un profesor bien formado, situación que únicamente proporciona el aula.



También es usted un enemigo jurado del low cost.

La buena formación tiene un precio. El low cost degrada la formación porque se trata de competir exclusivamente a través del precio. Deberíamos competir para ver quién enseña mejor a conducir, no a aprobar, que son cosas bien diferentes. 


¿Habría que modificar el examen teórico?

El sistema está basado en el examen, pero con arreglo a un banco de preguntas y respuestas público y limitado. En la Universidad, cuando se hace un test, se ponen unas preguntas que pueden tener una o más respuestas correctas. Es algo que convendría trasladar a la prueba teórica del permiso de conducir.
 

La prueba teórica es ahora demasiado sencilla y no permite comprobar la calidad del aprendizaje. 



¿Tiene arreglo el problema de la escasez de examinadores?

Los Presupuestos Generales del Estado son los que son. Y ocurre lo que acabo de comentar: al ser el examen teórico tan fácil, se produce un aluvión de aspirantes pendientes de la prueba práctica.
 

La Administración está obligada a dar el servicio. Y si no puede hacerlo, que lo externalice, lo cual no quiere decir que recurra a privatizarlo.


La externalización y la privatización son cosas diferentes. En la primera, las autoridades se reservan la labor de supervisión y control. Hay muchos sectores de la actividad donde se da esa colaboración público-privada: la sanidad, la seguridad… Y los ejemplos en Europa son numerosos. 


¿Le preocupa la automatización? 

Todo lo que sea progreso, creatividad e innovación es bueno, pero se ha de acompasar con una buena formación. Me parecen muy bien los vehículos con sistemas avanzados de ayudas a la conducción (los famosos ADAS), pero no puede ser que al ciudadano que compra un vehículo se limiten a darle la llave y que se las arregle como pueda, porque entonces fomentamos la distracción al volante. Si voy más preocupado de descifrar los mecanismos que de la carretera, es probable que sufra un accidente. Debería haber unos cursos obligatorios sobre los ADAS.


El porvenir del sector pasa por…

Los centros de Formación Vial tenemos que cambiar el chip y recuperar la profesionalidad y la identidad perdidas. Sólo de ese modo la sociedad nos percibirá como importantes y necesarios. Antes, los profesores tenían las aulas abarrotadas y los alumnos los respetaban. Ahora las clases están casi desiertas y los pocos alumnos que acuden se contentan con pedir test para preparar la prueba teórica por el método del ensayo / error. Es un sistema de memorización, no de aprendizaje. Así no se adquieren unos conceptos claros y no se acostumbra uno a respetar las normas y a ser sociable con los demás usuarios de las vías abiertas al tránsito.


¿Qué espera usted de la próxima Convención de CNAE?

Precisamente que se hable en ella de la importancia para la salud pública del aula, del profesor y de una buena enseñanza de la conducción.