Sin datos fiables no hay políticas de seguridad vial eficaces

Sin datos fiables no hay políticas de seguridad vial eficaces

La VIII Asamblea General del Observatorio Iberoamericano de Seguridad Vial (OISEVI), que comenzó el lunes y concluye hoy en Madrid, subrayó la importancia de que las autoridades dispongan de una información lo más detallada e imparcial posible, a fin de elaborar estrategias que permitan reducir la siniestralidad vial grave.

En la reunión intervienen cerca de medio centenar de expertos y autoridades de España, Portugal, Andorra e Iberoamérica. CNAE ha sido una de las organizaciones patrocinadoras de la Asamblea, que inauguró el ministro de Interior del Gobierno de España, Fernando Grande-Marlaska.
 

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Discurso y políticas concretas

La ponencia del máximo responsable de la DGT, Pere Navarro, incidió en las condiciones que debe reunir toda política de seguridad vial para ser eficaz. «En 2004, coincidiendo con el relevo en el gobierno de España, nos propusimos hacer algo para cambiar las cosas en esta materia. Veníamos de una década de tarifa plana: unos 5.400 muertos al año, con una tasa de 122 fallecidos por millón de habitantes.
 
»Éramos una anomalía en Europa y el país parecía resignado a la sangría en las carreteras. Lo primero que hicimos fue construir un discurso coherente, compartirlo y repetirlo para que calase en la opinión pública. Los accidentes no eran fruto de la casualidad, teníamos una enfermedad grave y el tratamiento no podía ser indoloro.
 
»Se hacía necesario un diagnóstico fidedigno: sin datos creíbles, no hay política de seguridad vial que valga. Por eso pusimos en funcionamiento el observatorio. Otra medida fue situar a las víctimas de los accidentes en el centro del escenario, dándoles voz y visibilidad. Encuestamos a la población. ¿Sabe usted la cantidad de gente que muere en España cada año por culpa de los accidentes de tráfico? La respuesta predominante fue unos 800 ó 900. La mayoría de los ciudadanos no percibía la magnitud del problema.  
 
»Era necesario también reforzar el sistema de autoridad. Todos los estudios indican que el cumplimiento de las normas es la forma más efectiva para reducir la siniestralidad vial grave. Es preferible que haya muchas multas de precio moderado, que pocas y de precio prohibitivo.  
 
«Le dimos toda una vuelta al sistema de autoridad, a la fiscalización, al cumplimiento de las normas. De 2004 a 2011, pasamos de 2 millones de sanciones a 4,5 millones; de cobrar un 45% de las multas a cobrar un 80%. Del millón de recursos a tan sólo 70.000. Y redujimos el plazo de comunicación de la sanción de 120 días a 20 días.


Concentración de los esfuerzos

»Nos habían recomendado algunos expertos europeos que no nos dispersásemos, que concentrásemos todos los esfuerzos en combatir el consumo de alcohol ligado a la conducción, la velocidad excesiva, el no uso del cinturón y el casco y poco más. Dicho y hecho. El gran problema de la seguridad vial es la velocidad porque produce muchos accidentes y agrava sus consecuencias.

»Descubrimos que al joven no había que decirle te vas a matar sino vas a matar a otro y eso es algo que marcará tu vida para siempre. Contra la velocidad excesiva nada mejor que los radares. Tenemos 700 fijos (160 de tramo) y 400 móviles. Son cifras muy por debajo de las de Alemania o el Reino Unido.
 
»Y luego estaba el asunto de los reincidentes, que son pocos pero que hacen mucho daño. Con el permiso por puntos, en 10 años se retiró el 0,8% de los permisos.
 
»Todo este esfuerzo produjo una disminución de la mortalidad vial del 70% y nuestra tasa de fallecidos por millón de habitantes bajó hasta los 39. Nunca nos lo hemos creído. ¿Cómo es posible que un país latino y amigo de la juerga y la despreocupación obtenga resultados tan buenos o mejores que otro serio, austero, calvinista?
 

Las cosas no suceden porque sí

»En fin, construir un discurso no basta; hacen falta políticas. En junio de 2018 hay un nuevo gobierno, que se encuentra con un panorama preocupante: cuatro años seguidos de subidas en la mortalidad vial. La crisis económica había pasado factura. Contábamos con 900 guardias civiles de Tráfico menos; se ponían 400.000 multas menos y se hacía un millón menos de controles de alcoholemia. Las cosas no suceden porque sí.

»Había que volver a animar el debate, movilizar a la sociedad civil e, insisto, tomar medidas. Lanzamos un mensaje muy claro a través de la bajada de la velocidad máxima en las carreteras convencionales. El día en que entró en vigor, en cada provincia hubo una foto del jefe provincial de Tráfico asistiendo al cambio de la señalización.
 
»¿Qué novedades ha habido en los últimos años? Desde el año 2016 las distracciones son el primer factor de riesgo. También se ha comprobado que no hay seguridad vial sin una buena movilidad. Necesitamos un pacto de Estado que alumbre una ley de movilidad, que implante, por ejemplo, los 30 km/h de velocidad máxima en las calles de un único carril, porque esta medida calma la circulación: no hay muertos y descienden un 40% los accidentes de moto.

Nuevo paradigma

»Hoy el paradigma es una movilidad segura, conectada y limpia. El vehículo eléctrico no nos va a aportar mucho desde el punto de vista de la seguridad vial, aunque tenga una relevancia medioambiental indiscutible. El vehículo conectado, sí. Y sobre el vehículo autónomo, siempre digo que supondrá un gran avance para la vigilancia y el control del tránsito, pero alguien me dijo no hace mucho que nos llenamos la boca hablando del año 2050 y nos olvidamos de lo que va a ocurrir el mes que viene, con lo cual no es extraño que suba el número de muertos».