La distracción, enemigo público número uno de la seguridad vial

La distracción, enemigo público número uno de la seguridad vial

Sanciones más duras, campañas específicas de control y concienciación y peticiones de colaboración a la industria forman parte de las medidas de choque con las que la Dirección General de Tráfico se ha propuesto atajar los despistes al volante.


En los últimos años la distracción ha pasado a encabezar las causas de accidente mortal de tráfico en nuestro país, por delante incluso del consumo de alcohol y de la velocidad excesiva. Y el principal culpable de que apartemos la atención de la carretera es el uso del teléfono móvil, incluso en la modalidad conocida como «manos libres», que está permitida.

Comportamientos irresponsables

Por ejemplo, a los tres minutos de hablar por el «manos libres», el 40% de las señales pasan inadvertidas. Además, aumenta el tiempo de reacción y consecuentemente la distancia de frenado.

Invertimos unos cuatro segundos en marcar un número en el móvil. Si circulamos a 100 km/h mientras hacemos dicha operación, habremos apartado nuestra atención del tráfico durante 140 metros. Y no digamos si la distracción es debida al intercambio al volante de mensajes de whatsapp.

Llamamiento a la industria

El director general de Tráfico, Pere Navarro, anunció el 30 de julio que el Gobierno estudia subir la sanción por chatear con el móvil mientras se conduce. Esta práctica, tan peligrosa para la seguridad vial (ya que divide la atención o la absorbe por completo), se castiga en la actualidad con la resta de tres puntos del carné de conducir. La DGT quiere que suponga la detracción de cuatro o más (hasta seis).

Así mismo, el director general de Tráfico ha propuesto a las compañías de telefonía que generalicen el 'modo coche' a imitación del 'modo avión', aunque Navarro es consciente de las dificultades a las que se enfrenta. El precedente sentado por los fabricantes de navegadores, que se han negado a desarrollar sistemas que impidan el manipulado del GPS con el vehículo en marcha, no es muy halagüeño.