Los puntos negros y los asesinos silenciosos (1)

conducir con mal tiempo
vehículos circulando de noche y con lluvia.

Si todos los conductores fuésemos prudentes y tuviésemos una conciencia exacta de los peligros inherentes a la actividad de circular con un vehículo por las vías abiertas al tráfico, los puntos negros no existirían.

O su definición no guardaría relación con la accidentalidad grave debida al factor humano. Punto negro significaría, por ejemplo, aquel en el que se producen regularmente atascos circulatorios, o aquel en el que se registra un mayor número de averías mecánicas, o aquel en el que los animales salvajes, irrumpen más frecuentemente en la calzada, etc. Con lo cual, el punto negro no lo sería tanto o no pasaría de gris marengo.

Carreteras «malvadas»

Los puntos negros han evolucionado; ahora se denominan «tramos de concentración de accidentes». Hay una corriente de opinión científica que tiende a responsabilizar del punto negro al trazado de la vía o al trazado de la vía combinado con el medio ambiente. En un cuento del escritor argentino Jorge Luis Borges se habla de un edificio «cuya mera arquitectura es malvada». ¿Habrá carreteras malvadas desde su proyecto?

Una carretera secundaria que transcurre entre montañas y donde en determinadas épocas del año no es raro que llueva o haga niebla, es candidata a albergar uno o más puntos negros. A veces puede tratarse de una vía de gran capacidad. Se murmura que hay una autovía en el norte, sobre la que se cierne la bruma en algunas épocas del año, que es especialmente aciaga.

La visión cero, incompatible con los puntos negros

Los puntos negros tienden a desplazarse. Una vez contrarrestados en un sitio, se trasladan a otro. Cierta vez oímos de labios de un experto en seguridad vial la siguiente afirmación: «siempre habrá puntos negros». Lo que sin duda quería decir es que siempre habrá lugares donde se produzcan más accidentes graves que en otros. Es una verdad estadística. Pero no tiene por qué ser así. Ese «se produzcan más» no es bastante para confirmar la negritud del tramo, ya que, a medida que disminuya el número de siniestros, irá perdiendo color. Si al final tenemos cinco tramos de una carretera en los que no hay accidentes graves al año y otro en el que hay uno o dos, difícilmente este último se hará acreedor del ominoso nombre de punto negro.

En todo caso la «visión cero» excluye taxativamente la noción de punto negro. No faltará quien piense que la visión cero es una utopía porque, por mucho que mejoren las carreteras y los vehículos, siempre actuarán los asesinos silenciosos.

¿Y quiénes pueden ser estos personajes enigmáticos y temibles? En una próxima entrega resolveremos el misterio.

Sé el primero en comentar en «Los puntos negros y los asesinos silenciosos (1)»

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*


*